Por motivos profesionales, he tenido que formatear mi portátil Lenovo Thinkpad y he aprovechado para volver temporalmente a Linux Mint, un viejo conocido que he utilizado largas temporadas.
Quería ver si el cambio de Windows 11 a Mint era «traumático» o una trivialidad.
EL CAMBIO ES BASTANTE… «BRUTAL»
Pasando por alto la estética, que en Linux Mint es mucho más básica, la ausencia de funciones como la organización de ventanas, en monitor grande ultrawide, es algo que se nota mucho.
Echo en falta Outlook. Mucho. Enviar convocatorias que se sincronicen en mi calendario, reuniones de Teams (en estos años varias todas las semanas).
Mint si puede tener Whatsapp Desktop. Pero la ausencia de aplicaciones ya muy integradas en Windows, como Telegram desktop, Mi teléfono… etc. es también relevante.
No digamos nada de la diferencia Libreoffice<>MS Office, «brutal».
No es que Libreoffice no sirva, pero NO ES PROFESIONAL. Para su uso casero, puede servir, para usarlo en el trabajo, deja mucho que desear.
Libreoffice es un paquete ofimático «vintage».
La sensación de estar aislado en tu PC, sin «nubes», sin conexión para trabajar en equipo…
PERO LO PEOR SON LOS FALLOS DE FUNCIONAMIENTO
Cada mañana, cuando arranco, el PC se me congela. El monitor no detecta la señal, la contraseña no se escribe…
No se a qué se debe. ¿Drivers? Tengo que reiniciar por la fuerza hasta que funciona.
No recordaba estos fallos en Linux Mint.
POR LO DEMÁS, UN SISTEMA QUE ME GUSTA POR SU SIMPLICIDAD
Para un uso básico, de mucho navegador y algo de ofimática, me sirve. Para un uso con software específico y profesional, no. Encima si tiene fallos en el arranque…
Siempre me ha gustado Mint entre las distribuciones Linux, pero creo que desde Windows 10 y 11, la distancia con los sistemas más usados en el escritorio ha aumentado.
En cuanto pueda, reinstalaré Windows 11. La experiencia de usuario me ha defraudado bastante respecto a la anterior vez que lo usé.